POR UNA "ARCADIA" POSMODERNA - Pilar Parcerisas


POR UNA "ARCADIA" POSMODERNA (Traducido del catalán -versión original aquí-)

Pilar Parcerisas


Friedrich August von Kaulbach - In Arcadia (1880) (Fuente: Wikipedia)

Nos puede parecer que la Cataluña-ciudad propulsada por el Novecentismo como ideal de una Arcadia perdida que tenía que equilibrar territorio y progreso guiada por la civilidad, ha llegado a un punto ya logrado, de no retorno al ruralismo romántico que impulsó una Renaixença arrebatada y maragalliana.

La mirada novecentista aportó una moral social y cívica acertada, una cordura humanista que erró, no obstante, en la estética de un clasicismo que frenó el desarrollo de una vanguardia que tuvo que encontrar apoyo internacional para sobrevivir, y el arrebato fue a parar al arcén. 

Ahora, vivimos, pese a todo, de las glorias de aquella vanguardia marginada por la bienpensante sociedad novecentista, que se llaman Picasso, Miró, Dalí. Son errores históricos que han dejado un lastre en la comprensión y aceptación del arte contemporáneo de este país, errores que se arrastran, que hay que limar y que no se pueden, en ningún caso, volver a repetir.

Colera en la antiguedad (Fuente:Facebook)
Colera en los 90 (Fuente)

Pero no podemos hacer un salto en el tiempo y pasar de aquella Arcadia ideal y cívica que quería el Novecentismo a una Cataluña ciudad cumplida y satisfactoria de hoy sin mencionar la construcción salvaje que ha vivido Cataluña durante el aterrizaje del turismo de los años 60 y 70, las urbanizaciones ilegales y la situación actual que pide recoser el territorio, remendarlo y regenerarlo y, sobre todo, regenerar el campesinado, la modernización de los cultivos y de los campos. Con esto quiero decir que La Cataluña/ciudad no está completa porque Barcelona tenga Juegos de invierno y llegue a los Pirineos, pongamos por caso. 

Sobre este hito aparentemente logrado de la Cataluña/Ciudat o en plural (ciudades) planean, con todo, ciertas dudas. Entre ciudad y ciudad, los paisajes son a menudo desoladores, yermos, no-lugares, trozos invertebrados de tierra sin destino ni identidad.

Carlos Abehsera- Desolación (Fuente)

Mi visión es de satisfacción relativa. Hacer el maridaje entre paisaje y progreso no es fácil, cuando tenemos encima la mesa problemáticas tan actuales, como los defectos de la construcción del AVE en Girona, cuando el agua inunda la estación porque no se ha respetado a fondo un movimiento fluvial. Si al delta del Llobregat la ampliación del aeropuerto del Prat deja una obra de arte como La Ricarda, de Bonet Castellana, invivible porque no se puede resistir el sonido del ruido de los aviones que se elevan y aterrizan, algo no se está haciendo bien. Hemos asistido los últimos años al desmantelamiento de un paisaje natural riquísimo con un vertedero infecto cómo son las terreras de Vacamorta, en Corçà, espacio de inspiración artística, fuente primaria de la cerámica bisbalense y museo natural de la industria de la extracción de la tierra. Finalmente se ha dado la razón a los ecologistas, pero durante años se ha ido dañando y a partir de ahora costará mucho devolverlo a su tono natural. Las plagas como el caracol manzana en el Delta del Ebro o las plantas invasoras, como las chumberas en las montañas aduaneras de Portbou, que dejan en la memoria nostálgica aquellas "viñas verdes sobre el mar" junto al pino y el agave, iconos del paisaje costero novecentista. Viñas que sí encontramos al lado francés, a dos minutos de la frontera, donde el cultivo sí que hace paisaje. 


Terreres de Vacamorta (Fuente)

Viñas en Banyuls (Fuente)

Ciertamente, el paisaje ha sido uno de los grandes activos del arte de este país. Sin el paisaje catalán, el arte catalán de los siglos XIX y XX no existiría. El paisaje es el que le da carta de naturaleza y valores simbólicos, y lo mejor es que todavía hoy es así. Lo ha hecho en el siglo XIX con la Escuela de Olot, por ejemplo, y ha llegado hasta los artistas del land art,y hasta ahora mismo. El inconsciente que se libera en el paisaje hoy se ha extendido de las artes plásticas al cine y es un ejemplo el film Pequeño indio, de Marc Recha u Honor de caballería de Albert Serra, aquí presente.


Cataluña está llena de paisajes simbólicos, ahora llaman también paisajes emocionales, unidos a la iconografía artística. El nombre de Joan Miró va asociado a Montroig, a la capilla de la Virgen de la Roca; el de André Masson a Montserrat, donde tuvo la revelación de luchar contra el fascismo y crear la revista Acéphale, Picasso se asocia a Horta de Sant Joan. En sus cuadros, fusiona las crestas de las montañas con el peinado de Fernande Olivier, y Joseph Beuys se asocia a la ignaciana Manresa. La bahía de Portlligat, que no se puede desligar de la iconografía de Salvador Dalí.

Paisaje en Portlligat (Propia)

El Ampurdán ha sido una tierra rica como creadora de imaginarios del inconsciente de primera magnitud. La bahía de Portlligat va unida al nombre de Dalí, que crea el método paranoico/crítico en la doble imagen de los paisajes fósiles del Cabo de Creus. En esta "Atlàntida geológica" fosilizada, entre el Llano de Tudela y la Cala Culip, rellena de rocas antropoformes, se le desvela el erotismo atávico del Àngelus de Millet y el sueño pompeyano de la Gradiva, un lugar que Josep Plà calificó de"paisaje lunar de un dramatismo inenarrable" por donde resuenan los delirios de Lidia de Cadaqués, la otra Bien Plantada de Eugeni de Ors.

Pero también J.V. Foix, asiduo del Port de la Selva calificó estas piedras de Cabo de Creus de "rocas carcomidas con apariencia abstracta", reconociéndolas como piedras/poema. Luis Buñuel extendió su anticlericalismo sobre estas rocallas con los despojos de los clérigos al film La Edad de Oro. Cabo de Creus y Cadaqués, paisaje de inspiración de Angel Planells, de Antoni Pitxot, y tantos otros.


Rocas carcomidas por la Tramontana (Propia)

Marcel Duchamp puso fin a su secreto más íntimo, la obra Étant donnés (1946-1986), con el salto de la cascada de La Caula, inmortalizando su pasión erótica por las balsas y los saltos de agua.

Salto de La Caula (Fuente)

La lista es, con todo, más larga. El surrealismo de Joan Massanet liberó el inconsciente personal y colectivo sobre otro paisaje, el de l'Escala, lleno de dragones y monstruos marinos. Al lado, las Medes, base de la excelencia escultórica de Marcel Martí, y no podemos olvidar como el paisajismo encontró en la dimensión de las ciudades-jardín diseñadas por Rafael Masó a S’Agaró y por J.A. Coderch a Torre Valentina, un nuevo enlace entre el paisaje y la arquitectura de veraneo, modelos que no se han seguido en las urbanizaciones modernas.
El paisaje va ligado al inconsciente, que vincula el hombre con la tierra y el universo. Walter Benjamin cuando nos habla del "aura" la relaciona con el paisaje, con una experiencia del " aquí y ahora " y, por lo tanto emocional, de subjetividad romántica. Y lo define así: "En una tarde de verano, escudriñar mientras se reposa, una cordillera en el horizonte, o una rama que sombrea la persona que se repone, quiere decir respirar el aura de la montaña y de la rama". Este paisaje benjaminiano y "auràtico" por excelencia lo encarna Portbou, reivindicado por el Memorial Pasajes de Dani Karavan, ejecutado en homenaje al filósofo alemán junto al cementerio en 1994, frente al cual se ve el espacio de montaña que se ha conservado gracias a ser zona aduanera. Karavan dice que "los olivos tendrían que ser nuestras fronteras", el paisaje, pues, es la única frontera real.


Qué hacer? 

Los referentes artísticos del paisaje que hemos mencionado señalan muy bien qué paisajes se tienen que preservar. 

-Una guía, un mapa, una ruta de los paisajes simbólicos o emocionales que hay al trasfondo de la iconografía artística de Cataluña diría que no existe. Si volvemos al punto de origen que nos ha llevado hasta aquí, es decir, la Cataluña-ciudad, o en plural, ciudades, impulsada por el Novecentismo, nos encontramos que la recuperación patrimonial de Cataluña ha ido siempre de la mano (y todavía va) con las piedras, con la idea de reconstrucción, como si mentalmente tuviéramos que ir reconstruyendo este pasado borrado, como si la "voluntad nacional de ser" fuera asociada a la arqueología y a la reconstrucción, en busca de un pasado que nos ha dejado en un "no ser". Fijémonos que los leitmotives que dan moral a este país es el de "somos" y "seremos", una voluntad de reafirmar una carencia. Quizás ya es hora que el paisaje sea en el inconsciente colectivo una afirmación patrimonial de este "somos" y de este "seremos".

Esta "voluntad de ser" a través de las "piedras" nos ha llevado también a crear museos locales fosilizados en la historia, cuando cada área geográfica del país tiene una gran riqueza natural y paisajística. Siempre he pensado que estos museos pequeños, comarcales, que tenemos tan mal planteados, tendrían que ser "museos del land", como en Alemania, museos de la tierra y el paisaje, antropológicos, como los CAPS de salud, los básicos de la cultura de proximidad, y mostrar las particularidades del territorio en el cual vivimos: la fauna, la flora, el paisaje, las formas de construcción, el clima, la historia también, una geografía sensible en manos de todo el mundo, un conocimiento que hoy está en manos de los especialistas, pero no de la gente de la calle, que no distingue entre un pájaro en genérico, un gorrión o un mirlo.

Richard Long 'Cornwall Slate Line, 1990' (Fuente)

-Los museos del "land" son básicos para tener un conocimiento del territorio más próximo. Quizás algunas áreas naturales que conserven la armonía del land podrían ser ejemplos pioneros.

- Hay que encontrar el Arcadia de la Cataluña posmoderna y quizás contraponer al concepto de la Cataluña-ciudad, el concepto de la Cataluña-jardín, sin nostalgias, y desterrar el modelo californiano de torres con piscina, modelos insostenibles de césped inglés allá donde no llueve, y devolver al jardín de planta mediterránea, austero, de la botánica de Rubió y Tudurí. Huerto y jardín, una combinación que acertó el Novecentismo y que Francia aplica rigurosamente. Aquí hemos pensado de Cataluña era Miami Beach, y así nos ha ido.

- Recoser esta Cataluña-ciudad con la Cataluña-jardín y crear una auténtica balanza entre estos dos conceptos. Devolver a una construcción arquitectónica y a un urbanismo antropológico, de acuerdo con las condiciones del cambio climático, que sean sostenibles, y no construir edificios enteros de vidrio que no tienen en cuenta ni el calor ni el frío de este país.

- Recoser estas dos Cataluñas no pasa sólo por las ciudades y los espacios verdes, sino por políticas económicas y agrarias adecuadas que hagan de la ciudad y el campo la vieja idea de la casa y el jardín. Por otro lado, la agricultura ordena, cultiva, pero las políticas europeas quizás han hecho más mal que bien. Y cuando las subvenciones eran para plantar girasoles, ¡venga!, todos a plantar girasoles. No se pueden hacer políticas de paisaje sin tener presente los cultivos y la ganadería. Trabajar el campo tiene que ser sostenible y rentable económicamente para quien lo trabaja, aunque el marco sea una economía global. No podemos deslocalizar nuestros campos, porque es descapitalizarnos y empobrecernos en salud y en materias básicas.

Girasoles en el Ampurdán (Propia)

Arrozales en Pals (Propia)

¡El abandono de los campos, los bosques sucios y plenos de matorral, sin aprovechamiento, los lechos de los cauces como están!. Hay que cambiar de modelo, porque si la civilidad tenía que suplir la "ruralidad", ahora hay que pensar en cómo valorar el paisaje desde una concepción antropológica, vivida. Somos lo que comemos -decía Montaigne-, somos por lo tanto, lo que cultivamos, lo que respiramos, lo que vivimos. El paisaje no es sólo visual, se respira, es una experiencia. El modelo de vivir la naturaleza desde el stress campo/ciudad, a toda velocidad, ya no vale, sino que hay que vivir la balanza entre la Cataluña-ciudad y la Cataluña-jardín, donde todos encuentren su paso, desde los coches a las serpientes, los topos o los humanos con el ordenador o el móvil en la mano, con cobertura, por supuesto, porque al progreso nadie quiere renunciar. 

La potencialidad destructora de nuestra civilización no sólo agrede a la naturaleza físicamente, sino también al espíritu de la naturaleza, creador de un imaginario subjetivo y colectivo. El hombre, todavía hoy, necesita reconciliarse con el medio natural y reencontrar unas señales de identidad, y esto tiene que poder ser posible.



Ian Hamilton Finlay: Arcadia Column, Little Sparta: foto por Flora Laura Hammond, 3 Julio 2011 (Fuente)

PILAR PARCERISAS
Barcelona, 20 de enero de 2015.
La Virreina
Texto completo de la participación a la mesa redonda sobre "País, paisaje y futuro"
Invitación de Joan Nogué, director del Observatorio del Paisaje.

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