Nos puede parecer que la Cataluña-ciudad propulsada por el Novecentismo como ideal de una Arcadia perdida que tenía que equilibrar territorio y progreso guiada por la civilidad, ha llegado a un punto ya logrado, de no retorno al ruralismo romántico que impulsó una Renaixença arrebatada y maragalliana.
La mirada novecentista
aportó una moral social y cívica acertada, una cordura humanista que erró, no
obstante, en la estética de un clasicismo que frenó el desarrollo de una
vanguardia que tuvo que encontrar apoyo internacional para sobrevivir, y el
arrebato fue a parar al arcén.
Ahora, vivimos, pese a todo,
de las glorias de aquella vanguardia marginada por la bienpensante sociedad novecentista,
que se llaman Picasso, Miró, Dalí. Son errores históricos que han dejado un lastre
en la comprensión y aceptación del arte contemporáneo de este país, errores que
se arrastran, que hay que limar y que no se pueden, en ningún caso, volver a
repetir.
Colera en la antiguedad (Fuente:Facebook)
Pero no podemos hacer un salto en el tiempo y pasar de aquella Arcadia ideal y cívica que quería el Novecentismo a una Cataluña ciudad cumplida y satisfactoria de hoy sin mencionar la construcción salvaje que ha vivido Cataluña durante el aterrizaje del turismo de los años 60 y 70, las urbanizaciones ilegales y la situación actual que pide recoser el territorio, remendarlo y regenerarlo y, sobre todo, regenerar el campesinado, la modernización de los cultivos y de los campos. Con esto quiero decir que La Cataluña/ciudad no está completa porque Barcelona tenga Juegos de invierno y llegue a los Pirineos, pongamos por caso.
Sobre este hito aparentemente
logrado de la Cataluña/Ciudat o en plural (ciudades) planean, con todo, ciertas
dudas. Entre ciudad y ciudad, los paisajes son a menudo desoladores, yermos,
no-lugares, trozos invertebrados de tierra sin destino ni identidad.
Mi
visión es de satisfacción relativa. Hacer el maridaje entre paisaje y progreso
no es fácil, cuando tenemos encima la mesa problemáticas tan actuales, como los
defectos de la construcción del AVE en Girona, cuando el agua inunda la
estación porque no se ha respetado a fondo un movimiento fluvial. Si al delta
del Llobregat la ampliación del aeropuerto del Prat deja una obra de arte como La
Ricarda, de Bonet Castellana, invivible porque no se puede resistir el sonido
del ruido de los aviones que se elevan y aterrizan, algo no se está haciendo
bien. Hemos asistido los últimos años al desmantelamiento de un paisaje natural
riquísimo con un vertedero infecto cómo son las terreras de Vacamorta, en Corçà,
espacio de inspiración artística, fuente primaria de la cerámica bisbalense y
museo natural de la industria de la extracción de la tierra. Finalmente se ha
dado la razón a los ecologistas, pero durante años se ha ido dañando y a partir
de ahora costará mucho devolverlo a su tono natural. Las plagas como el caracol
manzana en el Delta del Ebro o las plantas invasoras, como las chumberas en las
montañas aduaneras de Portbou, que dejan en la memoria nostálgica aquellas "viñas
verdes sobre el mar" junto al pino y el agave, iconos del paisaje costero novecentista.
Viñas que sí encontramos al lado francés, a dos minutos de la frontera, donde
el cultivo sí que hace paisaje.
Viñas en Banyuls (Fuente)
Ciertamente, el paisaje ha
sido uno de los grandes activos del arte de este país. Sin el paisaje catalán,
el arte catalán de los siglos XIX y XX no existiría. El paisaje es el que le da
carta de naturaleza y valores simbólicos, y lo mejor es que todavía hoy es así.
Lo ha hecho en el siglo XIX con la Escuela de Olot, por ejemplo, y ha llegado
hasta los artistas del land art,y hasta ahora mismo. El inconsciente que se
libera en el paisaje hoy se ha extendido de las artes plásticas al cine y es un
ejemplo el film Pequeño indio, de Marc Recha u Honor de caballería de Albert
Serra, aquí presente.
Cataluña está
llena de paisajes simbólicos, ahora llaman también paisajes emocionales, unidos
a la iconografía artística. El nombre de Joan Miró va asociado a Montroig, a la
capilla de la Virgen de la Roca; el de André Masson a Montserrat, donde tuvo la
revelación de luchar contra el fascismo y crear la revista Acéphale, Picasso se
asocia a Horta de Sant Joan. En sus cuadros, fusiona las crestas de las
montañas con el peinado de Fernande Olivier, y Joseph Beuys se asocia a la
ignaciana Manresa. La bahía de Portlligat, que no se puede desligar de la
iconografía de Salvador Dalí.
Paisaje en
Portlligat (Propia)
El Ampurdán ha sido una
tierra rica como creadora de imaginarios del inconsciente de primera magnitud.
La bahía de Portlligat va unida al nombre de Dalí, que crea el método paranoico/crítico
en la doble imagen de los paisajes fósiles del Cabo de Creus. En esta "Atlàntida
geológica" fosilizada, entre el Llano de Tudela y la Cala Culip, rellena
de rocas antropoformes, se le desvela el erotismo atávico del Àngelus de Millet
y el sueño pompeyano de la Gradiva, un lugar que Josep Plà calificó de"paisaje
lunar de un dramatismo inenarrable" por donde resuenan los delirios de Lidia
de Cadaqués, la otra Bien Plantada de Eugeni de Ors.
Pero también J.V. Foix,
asiduo del Port de la Selva calificó estas piedras de Cabo de Creus de "rocas
carcomidas con apariencia abstracta", reconociéndolas como piedras/poema. Luis
Buñuel extendió su anticlericalismo sobre estas rocallas con los despojos de
los clérigos al film La Edad de Oro. Cabo de Creus y Cadaqués, paisaje de
inspiración de Angel Planells, de Antoni Pitxot, y tantos otros.
Rocas carcomidas por la Tramontana (Propia)
Marcel Duchamp puso fin a
su secreto más íntimo, la obra Étant donnés (1946-1986), con el salto de la
cascada de La Caula, inmortalizando su pasión erótica por las balsas y los
saltos de agua.
Salto de La Caula (Fuente)
La lista es, con todo, más
larga. El surrealismo de Joan Massanet liberó el inconsciente personal y colectivo
sobre otro paisaje, el de l'Escala, lleno de dragones y monstruos marinos. Al
lado, las Medes, base de la excelencia escultórica de Marcel Martí, y no podemos
olvidar como el paisajismo encontró en la dimensión de las ciudades-jardín
diseñadas por Rafael Masó a S’Agaró y por J.A. Coderch a Torre Valentina, un
nuevo enlace entre el paisaje y la arquitectura de veraneo, modelos que no se
han seguido en las urbanizaciones modernas.
El paisaje va ligado al
inconsciente, que vincula el hombre con la tierra y el universo. Walter
Benjamin cuando nos habla del "aura" la relaciona con el paisaje, con
una experiencia del " aquí y ahora " y, por lo tanto emocional, de
subjetividad romántica. Y lo define así: "En una tarde de verano, escudriñar
mientras se reposa, una cordillera en el horizonte, o una rama que sombrea la
persona que se repone, quiere decir respirar el aura de la montaña y de la
rama". Este paisaje benjaminiano y "auràtico" por excelencia lo
encarna Portbou, reivindicado por el Memorial Pasajes de Dani Karavan,
ejecutado en homenaje al filósofo alemán junto al cementerio en 1994, frente al
cual se ve el espacio de montaña que se ha conservado gracias a ser zona
aduanera. Karavan dice que "los olivos tendrían que ser nuestras
fronteras", el paisaje, pues, es la única frontera real.
Qué hacer?
Los referentes artísticos
del paisaje que hemos mencionado señalan muy bien qué paisajes se tienen que
preservar.
-Una guía, un mapa, una
ruta de los paisajes simbólicos o emocionales que hay al trasfondo de la
iconografía artística de Cataluña diría que no existe. Si volvemos al punto de
origen que nos ha llevado hasta aquí, es decir, la Cataluña-ciudad, o en
plural, ciudades, impulsada por el Novecentismo, nos encontramos que la
recuperación patrimonial de Cataluña ha ido siempre de la mano (y todavía va)
con las piedras, con la idea de reconstrucción, como si mentalmente tuviéramos
que ir reconstruyendo este pasado borrado, como si la "voluntad nacional
de ser" fuera asociada a la arqueología y a la reconstrucción, en busca de
un pasado que nos ha dejado en un "no ser". Fijémonos que los leitmotives
que dan moral a este país es el de "somos" y "seremos", una
voluntad de reafirmar una carencia. Quizás ya es hora que el paisaje sea en el
inconsciente colectivo una afirmación patrimonial de este "somos" y
de este "seremos".
-Los museos del "land" son básicos para tener un conocimiento del territorio más próximo. Quizás algunas áreas naturales que conserven la armonía del land podrían ser ejemplos pioneros.
- Hay que encontrar el
Arcadia de la Cataluña posmoderna y quizás contraponer al concepto de la
Cataluña-ciudad, el concepto de la Cataluña-jardín, sin nostalgias, y desterrar
el modelo californiano de torres con piscina, modelos insostenibles de césped
inglés allá donde no llueve, y devolver al jardín de planta mediterránea,
austero, de la botánica de Rubió y Tudurí. Huerto y jardín, una combinación que
acertó el Novecentismo y que Francia aplica rigurosamente. Aquí hemos pensado
de Cataluña era Miami Beach, y así nos ha ido.
- Recoser esta
Cataluña-ciudad con la Cataluña-jardín y crear una auténtica balanza entre
estos dos conceptos. Devolver a una construcción arquitectónica y a un
urbanismo antropológico, de acuerdo con las condiciones del cambio climático,
que sean sostenibles, y no construir edificios enteros de vidrio que no tienen
en cuenta ni el calor ni el frío de este país.
- Recoser estas
dos Cataluñas no pasa sólo por las ciudades y los espacios verdes, sino por
políticas económicas y agrarias adecuadas que hagan de la ciudad y el campo la
vieja idea de la casa y el jardín. Por otro lado, la agricultura ordena,
cultiva, pero las políticas europeas quizás han hecho más mal que bien. Y
cuando las subvenciones eran para plantar girasoles, ¡venga!, todos a plantar
girasoles. No se pueden hacer políticas de paisaje sin tener presente los
cultivos y la ganadería. Trabajar el campo tiene que ser sostenible y rentable
económicamente para quien lo trabaja, aunque el marco sea una economía global.
No podemos deslocalizar nuestros campos, porque es descapitalizarnos y empobrecernos
en salud y en materias básicas.
Girasoles en el
Ampurdán (Propia)
Arrozales en Pals (Propia)
La potencialidad destructora de nuestra civilización no sólo agrede a la naturaleza físicamente, sino también al espíritu de la naturaleza, creador de un imaginario subjetivo y colectivo. El hombre, todavía hoy, necesita reconciliarse con el medio natural y reencontrar unas señales de identidad, y esto tiene que poder ser posible.
Ian Hamilton
Finlay: Arcadia Column, Little Sparta: foto por Flora Laura Hammond, 3
Julio 2011 (Fuente)
PILAR PARCERISAS
Barcelona, 20 de enero de
2015.
La Virreina
Texto completo de la
participación a la mesa redonda sobre "País, paisaje y futuro"
Invitación de Joan Nogué, director del Observatorio del Paisaje.
Invitación de Joan Nogué, director del Observatorio del Paisaje.
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